Nadie que visite San Rafael del Paraná (Itapúa) puede quedar indiferente ante la presencia de uno de los árboles que hace tres siglos se erige como una escultura natural del lugar. Acercarse a este Timbó, mirar hacia arriba y contemplar su altura es como emprender un viaje a través de la historia.
El árbol -que forma parte del Bosque Atlántico del Alto Paraná, uno de los sistemas biológicos más variados del mundo-, fue uno de los finalistas de la octava edición del concurso “Colosos de la Tierra” organizado por la ONG “A Todo Pulmón Paraguay Respira” con el apoyo de
El Timbó, testigo silencioso del tiempo, sobrevivió a las adversidades climáticas y a las intervenciones humanas a lo largo de 300 años. Sobre la tierra colorada (yvy pytã en guaraní), nace un tronco de más de 30 metros de altura que convive con lianas y orquídeas, y con diferentes especies de la fauna local.
“Los bosques nos dan vida y aire; nuestro sueño es que todos entiendan el valor de los árboles y por eso es imprescindible poder cuidarlos y también plantar nuevas especies para colaborar a crear un planeta más sano”, destacó Sully.
Los árboles son fundamentales en el ciclo del agua: interceptan la lluvia que cae sobre sus copas, la amortiguan y la distribuyen a través de sus troncos. Luego, el agua cae al suelo con leve impacto y se infiltra a las capas subterráneas, lo que permite recargar los acuíferos.
El cuidado del agua es una de las prioridades de
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