El impacto positivo del reciclaje en el Medio Ambiente adquiere un efecto multiplicador cuando también deja una marca inmediata en la calidad de vida de las personas. Es el caso de la tarea que realiza la Fundación Po junto a
Fundación Po nació en 2014 cuando Erik Dijkhuis, entonces estudiante de Medicina, y el ingeniero en Electrónica Fernando Vallese apostaron por terminar con la restrictiva realidad del campo de las prótesis ortopédicas. Para ello encontraron en las tecnologías exponenciales (tales como la genómica, la robótica, la biotecnología, la impresión 3D y la nanotecnología, entre otras) un aliado determinante.
“Una prótesis tradicional cuesta entre 2.000 y 2.500 dólares, cuando en nuestro país el salario mínimo es de 400 dólares. Era algo irreal para la gran mayoría de la gente el poder acceder a una prótesis. Por eso, lo primero que había que hacer era bajar los costos para que fuera accesible. La idea era bajarlo a unos 125 dólares” explicó a Journey Erik.
Menos del 1% de las personas que sufren una amputación de miembro superior pueden efectivamente tener acceso a una prótesis. Fundación Po vino a dar una respuesta a ese abrumador 99% que no obtenía ningún tipo de respuesta a sus necesidades.
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Un puente entre una necesidad y su solución
Para profundizar la accesibilidad, Po comenzó a fabricar prótesis con una impresora 3D. Sin embargo, los costos de fabricación seguían siendo elevados. “Los hilos de ácido poliláctico (PLA) que se utilizan en la impresora 3D se importan desde la Argentina, Estados Unidos y China y eso generaba una limitante muy grande en costos”, señaló Erik. Por esa razón, comenzaron a buscar alternativas.
“Conocíamos a la gente del área de Responsabilidad Social de
Así fue como la Compañía y Po comenzaron a trabajar juntos en el desarrollo de nuevas prótesis fabricadas con filamentos de tereftalato de polietilerno (PET, por sus siglas en inglés) que se obtiene de las botellas de plástico de
Po sigue desarrollando esta nueva tecnología con el apoyo de
Como explica Erik, todo este esfuerzo por mejorar los procesos, todo el tiempo empleado en el desarrollo, en encontrar nuevos materiales que vuelvan cada vez más accesibles las prótesis se justifica plenamente cuando “recibimos las fotos de quienes con sus prótesis personalizadas realizan con una inmensa alegría actividades tan cotidianas como servirse su propia comida o agarrar el manubrio de una bicicleta”.
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