Los árboles forman parte de un ciclo vital para la naturaleza y la conservación del agua dulce. Desde la Fundación Moisés Bertoni explican la importancia de preservar los bosques para el ecosistema y el medio ambiente.
En un ecosistema, cada eslabón funciona de tal manera que la sabiduría de la naturaleza se aprovecha al máximo. Así, por ejemplo, los árboles cumplen un rol fundamental en el ciclo del agua y preservación de los suelos.
“Cuando llueve, los árboles —sobre todo las formaciones de bosques— contribuyen a reducir la velocidad con la que el agua llega al suelo, porque primero impactan en las hojas”, explica Hugo Mora, Gerente de Desarrollo Territorial de la Fundación Moisés Bertoni.
Ese proceso natural facilita la infiltración de agua y el llenado de los reservorios acuáticos subterráneos. Caso contrario, cuando el agua de lluvia choca violentamente contra el suelo, compacta su superficie y disminuye la capacidad de infiltración del agua, lo que provoca inundaciones y reduce el volumen de los reservorios.
Un proyecto sostenible
La iniciativa, puesta en marcha en 2016, contempla la implementación de parcelas con siembra directa, una técnica que apuesta al desarrollo sostenible con análisis de suelos y uso de abonos verdes en las chacras de 300 familias que viven en la zona de influencia de la Reserva Mbaracayú, uno de los bosques mejor conservados en la región Oriental del Paraguay —con un total de 64.405 hectáreas—.
“La idea es ejecutar proyectos de conservación del medio ambiente, de desarrollo sostenible, junto a las comunidades vecinas, de manera que las condiciones socioeconómicas o de educación también mejoren”, apunta Hugo.
Hasta hoy, son 240 las familias beneficiadas y este año se prevé cerrar el proyecto con otras 60, que ya hicieron todo el proceso y esperan cosechar en el verano lo que sembraron: maíz, maní y poroto, entre otros granos. Así, se llegará a la meta de 300 hectáreas trabajadas con este sistema.
El proyecto también apunta a generar conciencia sobre la importancia de los suelos. Sin árboles, predomina la erosión y el desgaste de la tierra, lo que también lastima a la naturaleza al colmatar los ríos y arroyos, desplazando el agua dulce hacia los océanos.
Fuente de biodiversidad
De acuerdo a la ONG Global Forest Watch, Paraguay perdió 6 millones de hectáreas de tierras con árboles entre 2001 y 2019, lo que representa el 25% del total de la cobertura arbórea del país. Solo en 2019 desaparecieron 314.000 hectáreas de bosques. En Sudamérica, este índice de deforestación sólo es superado por Brasil, de acuerdo a los datos de esta organización que cuenta con el apoyo de Naciones Unidas.
La ingeniera agrónoma Lidia Pérez de Molas recorre el país investigando y analizando la importancia de los árboles: “El bosque nativo del Paraguay, fuente de biodiversidad, riqueza y conocimiento científico, se encuentra en serio peligro debido principalmente a la alta tasa de deforestación de los últimos 30 años”, explica.
“Los remanentes continuos que quedan corresponden en su mayoría a Áreas Silvestres Protegidas, que también están expuestas a las amenazas de tala furtiva y quema, entre otras”, alerta Lidia y agrega: “Así, los remanentes boscosos se van constituyendo en islas, experimentan la pérdida de su conectividad y funcionamiento equilibrado, variación en su estructura, biodiversidad y capacidad natural para proveer bienes y servicios en cantidad, calidad y en forma sostenible”.
“Si nuestro ideal es propiciar la restauración de los bosques que protegen los cursos de agua es muy importante saber cuáles son las especies ideales. En el caso de las zonas ribereñas pueden ser el inga, el timbó, el tatare, ybope, entre otras”, asegura la experta forestal.
Estas acciones se enmarcan en la política global de cuidado de agua de la Compañía, que se traduce en la reducción de su uso, recuperación y tratamiento en las plantas embotelladoras, y el apoyo a programas de preservación de cuencas. De esta manera, desde 2015 cumplimos el compromiso de devolver a la naturaleza el 100% del agua que utilizamos en nuestras bebidas, una meta que alcanzamos cinco años antes de lo previsto.
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